Un extracto de mi próximo libro “Nota metal”.
Un día, estaba en mi oficina cuando llegó a visitarme un amigo, un caballero a quien admiro y respeto mucho. Él es un profesional brillante y un buen ser humano. Ese día, charlamos de todo y de nada: de la vida, del mundo… Él no me contó nada en particular acerca de su vida. No sé por qué terminamos hablando sobre qué hacer cuando vivimos momentos difíciles, y realmente no recuerdo lo que le dije. Solo recuerdo que conversamos, nos reímos mucho y que fue un momento agradable.
Aproximadamente tres meses después, me encontré con mi amigo en una cafetería, y él me dijo: “Gracias”. Me sorprendí y le pregunté: “Gracias ¿por qué?”. Entonces, él me dijo: “Cuando fui a tu oficina hace tres meses, estaba viviendo el peor día de mi vida. Había perdido mi empleo, me sentía deprimido, arruinado, sin esperanza, confundido, sin horizonte y sentía que mi mundo se estaba acabando. Pero después de nuestra conversación, cuando salí de tu oficina, era otra persona. Estaba lleno de alegría y optimismo. Toda esa tristeza y desesperanza habían desaparecido. Tenía la mente clara y ya sabía qué hacer para comenzar a solucionar mis problemas. Gracias por eso, Diana”.
Me sorprendí muchísimo. Yo no había hecho nada en particular. No sabía la situación por la que estaba pasando, ya que él no me la había contado. Simplemente ese día fui amable, cariñosa, conversamos y nos reímos mucho. Mientras pensaba en la situación, entendí la importancia de ser siempre amables y gentiles, y el valor tan inmenso que tiene una sonrisa.
Nosotros no sabemos las situaciones difíciles que pueden estar viviendo las personas que nos rodean, desde tus amigos hasta completos desconocidos.
No comprendemos la realidad de las personas. Un día puede que estés en el supermercado y notes a la cajera un poco distraída y te atiende de forma lenta al cobrar tu compra. Pierdes la paciencia y le gritas. Quizás esa cajera tiene a su hijo enfermo y debió dejarlo solo en casa porque no tuvo quien se lo cuidara. En el momento que te atiende está preocupada, tiene en su mente a su hijo enfermo y solo en casa. Con tu grito, vas a generar en esa mujer un alto nivel de angustia y ansiedad, vas a volver su día peor de lo que ya está. En cambio, con un poco de paciencia y una sonrisa, sin tú saberlo, estás aligerando su carga, regalando paz y comprensión.
Ser amable todo el tiempo no es sencillo, principalmente porque esa gentileza debe ser espontánea, tiene que ser un estado natural que salga de tu corazón. Para lograrlo, debemos estar conscientes, tener nuestra consciencia despierta al amor. Y eso no es fácil. Nuestros propios afanes diarios hacen que nos llenemos de sombras, de tristeza, mal genio y no percibamos nuestro alrededor ni a quienes nos rodean. Vivimos en un estado robotizado.
Innumerables veces he sido antipática, mezquina con mis sonrisas e incluso maleducada al negar unos “buenos días”. Cuando eso sucede, nublo mi vida y todo a mi alrededor. Somos como las plantas que viven y crecen gracias a la luz del sol. Nuestro sol es la conciencia, ser empáticos, vivir con ética y moral. Por eso, no debemos permitir que nuestra conciencia se nuble.
Todos los días debemos intentar ser instrumentos del amor, para que a través de nosotros fluyan la amabilidad, la paz y miles de sonrisas. Ser conscientes de nuestra respiración, maravillarnos por el color del cielo y otros detalles tan pequeños como estos, nos ayudan a mantener nuestra consciencia despierta y a ser instrumentos del amor.
Ese día, sin saberlo, permití que la gentileza, la dulzura y el positivismo fluyeran de mí hacia mi amigo. Con mi sonrisa, permití que la alegría lo invadiera y disipara la tristeza.
Ser un instrumento del amor y tener la consciencia despierta es un trabajo diario y constante. Puede suceder que pierdas, en la tarde, la paz y la conexión con el amor que habías logrado por la mañana. Si eso te ocurre, busca una ventana, observa el cielo, los árboles, los pájaros y maravíllate por la perfección y la belleza de la naturaleza. Busca un motivo para reírte y contágiate de alegría.
Y no olvides que siempre debes regalar una sonrisa y ser amable. Podrías darle alegría a alguien que esté teniendo un mal día.
Te regalo mi sonrisa!!! Genial