No soy de selfis constantes. No me gusta la auto adoración a mí imagen. Me parece demasiado egocéntrico, un culto a una imagen que le quieres vender a los demás. Hay gente que se toma tantas selfis, una tras otra y en sus redes sociales, suben y suben fotos de ellos mismos, en todas las posiciones.
Eso es para mí como un auto alabamiento, como un deseo incontrolado de obtener cumplidos, de mostrarle al otro que soy hermoso/a. Una necesidad, en ocasiones enfermiza, de que otro te reafirme que eres bello/a. Es un culto insensato y hasta ridículo al “empaque”. Un comportamiento masivo, reproducido una y otra vez entre la sociedad actual. Todos como zombis se toman fotos diarias, para obtener un like, un cumplido, un mensaje que les diga que son lindos y con eso alimentar un ego voraz que vive de la adulación que consiguen de otros a través de fotos plásticas, vacías y carentes de esencia.
Se ponen de moda las poses y el estilo de fotos. Hoy veo centenas de personas tomándose fotos, con una gran sonrisa falsa mirando hacia arriba, hacia el cielo. Una foto tan elaborada, tan banal que aburre. Hoy en Instagram vi a 13 contactos con fotos con la misma pose. El año pasado la foto de moda, era una pose inclinados hacia adelante, fingiendo una gran carcajada.
Para mí las fotos tienen otro significado. Deben ser espontáneas, deben representar algo, un recuerdo, un momento especial, un sentimiento…
Las fotografías para mí, deben salir del alma, de sentimientos de alegría donde exista una verdadera sonrisa espontánea, que nazca del corazón. No una sonrisa elaborada, fingida, postiza, buscando una expresión “perfecta”, pero falsa, que no es tu sonrisa, no te pertenece, es una actuación para representar una “perfección”.
Vivimos en un mundo de sonrisas prefabricadas y falsas, para mostrar en fotos sentimientos fingidos.
No hay fotos más hermosas que aquellas que son espontáneas. Dragan Tapshanov tiene una frase que resume mi sentir: “La fotografía es acerca de capturar almas, no sonrisas“.
Y el alma no se puede fingir, es espontánea y se muestra cuando hay sinceridad en las emociones, cuando vibra el ser, cuando aflora la esencia. El alma es pura, honesta y es una luz celestial imposible de crear para una foto postiza.
Estamos en una sociedad que alimenta su ego con fotos falsas. Somos seres humanos especialistas en sonrisas postizas para reflejar en una foto una imagen con sentimientos falsos, clonados y actuados. Somos una sociedad sin alma, compuesta de cuerpos que son como empaques vacíos, que se llenan con la moda, el comportamiento repetitivo, masivo y sin sentido. Por eso los Instagrammers son alabados, porque esta es una sociedad que vive de la apariencia, bajo el precepto de que es mejor parecer que ser.
Parecer es sencillo, solo consiste en mentir. En la sociedad actual, muchas personas son expertas en mentir y fingir en fotografías. Sin embargo, ser auténtico y verdadero es mucho más difícil y requiere una dedicación constante al cultivo del alma mediante la espiritualidad y el amor. Esto implica vivir según principios éticos y defenderlos, ser honesto con uno mismo y con los demás, y alejarse de comportamientos masivos. Es difícil encontrar personas de almas auténticas y de esencias verdaderas.
Por eso, actualmente no es común encontrar fotos que capturen el alma. Que nos muestren la esencia de alguien.
Es el motivo por el cual mí Instagram no está lleno de selfis, ni lo estará. Mis fotos deben tener un motivo auténtico, deben mostrar verdades y sentimientos reales. Mis fotos siempre significan un querer compartir algo que proviene de mí alma, un pedacito de mí corazón, una revelación de mis sentimientos, de mí historia y de mí vivir.
Ser auténtico significa mantenerse alejado de la obsesión por las selfies, los likes y los cumplidos, y en su lugar, buscar capturar la esencia de alguien y sentimientos reales en las fotografías. Las personas que fingen sonrisas y tienen sentimientos postizos no son confiables, no son honestas ni para una foto, viven del que dirán y carecen de criterio propio. Por lo tanto, es mejor alejarse de ellas y rodearse de almas libres, espontáneas, auténticas, dueñas de sí mismas y con sonrisas imperfectamente perfectas y reales.
Es importante cultivar la espiritualidad y el amor propio para encontrar la autenticidad. En lugar de llenar las redes sociales con selfies sin sentido, deberíamos trabajar por construir un mundo lleno de sonrisas verdaderas y sentimientos reales. En lugar de preocuparnos por la opinión de los demás, deberíamos centrarnos en cultivar nuestra alma y ser fieles a nosotros mismos.
Mientras escribo esto, contemplo el cielo desde mi terraza a la una de la mañana. Hoy, Morfeo discutió conmigo y me robó el sueño, pero una estrella fugaz acaba de pasar y pedí un deseo: que este mundo se convierta en un lugar lleno de sonrisas verdaderas y sentimientos reales, menos fotos y más personas que trabajen por cultivar su alma.