Una llama viva
Una madre alzó su voz y gritó: “¡Ya no más!“. Su voz cobró vida y se convirtió en acción, en una llama incandescente que comenzó a tocar los corazones de todos aquellos que sentían desesperación en su día a día, desesperanza ante su futuro y angustia por no tener con qué comer dignamente.
Ese “ya no más” se transformó en un ser de luz que invadió el corazón de todos los que vivían en la nación tricolor, aquellos que no se sienten escuchados y no ven una solución a la desigualdad que los margina, y que cada día se sienten más acorralados por la realidad y la pobreza que los consume.
Los jóvenes sin posibilidades para estudiar, desempleados e ignorados, y los padres que intentan vencer las adversidades cada día, sintieron la llama encender sus corazones y sus voces se convirtieron en una sola acción, en una sola voz imposible de callar. Porque esa voz no es de una sola persona, sino de miles de corazones en llamas que piden un cambio.
Ya no hay marcha atrás, no existe nada que pueda extinguir esa palabra viva, convertida en voces que reclaman equidad, justicia y paz.
Esa llama incandescente disipó la niebla que mantenía ciegos a aquellos que aún no entendían lo que les sucedía a sus hermanos. Esa palabra viva llenó de luz el país tricolor, cesó la horrible noche de la pobreza y la desigualdad, y comenzó a brillar el sol de la equidad, la verdad y la justicia. Por fin, la nación tricolor vislumbró su horizonte, un camino lleno de vida, amor y esperanza, y todos pudieron ver un futuro mejor.